Después de levantar el campamento continuamos por el interior del parque hasta un asentamiento Afar. Esta tribu, que se extiende hasta la parte norte del desierto del Danakil, es conocida por ser feroces guerreros. Hasta hace poco, los combatientes de esta tribu mostraban con orgullo los testículos de algún adversario que había muerto a sus manos. Hoy, aunque sin llegar a ese extremo, siguen siendo un grupo humano temido por sus vecinos. Los Oromo, tribu que se encuentra en sus proximidades, van armados con fusiles de asalto para protegerse del robo de ganado por parte de los Afar. Nuestro encuentro con ellos dista mucho del recibimiento acostumbrado por parte de la población Oromo. Hacerles una foto es casi una tarea imposible, ya que hasta nuestro ranger nos pide por favor que no saquemos la cámara. Aún así, alguna que otra foto se consigue a pesar del riesgo que conlleva el que me corten algo que quiero seguir conservando.
Cien kilómetros antes de llegar a Harar el paisaje es grandioso. Estamos en las montañas Chercher a más de 2.000 metros de altitud. El verde domina un paisaje salpicado de chozas, eucaliptos y plantaciones de sorgo.
Los colores de los poblados son espectaculares, así como la energía con la que nos contagian al ver el abigarrado mundo de compra y venta en el que se sumergen día a día.
Ya de noche, entramos en Harar. Estamos en una ciudad musulmana y en pleno Ramadan. Al amparo de la oscuridad, miles de personas se dedican a la venta de Chat, una planta que se mastica por sus propiedades estimulantes.
Mañana nos espera una jornada entera en Harar, antigua ciudad considerada por muchos la cuarta ciudad santa del Islam por detrás de Meca, Medina y Jerusalém.
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Felicidades Juan Antonio, por permitirnos disfrutar de éste fascinante paìs, a traves de tu excelente trabajo .
Un abrazo.
Ana Zapico (Asturias)