Las informaciones sobre el recorrido que pretendemos hacer son contradictorias. Algunos nos dicen que la pista es difícil por culpa del barro, pero que se puede pasar, y otros que corremos el riesgo de ser atacados por rebeldes. Lo mejor será acercarnos a Gobe para tener noticias frescas.
A la salida de Gobe, una barrera nos impide continuar. Se encuentra en la pista que, cruzando por parte del parque nacional de Bale, se dirige hacia Negele Borena. Es la pista de vehículos más alta de África, alcanzando los 4.000 metros de altitud.
Los guardas de la barrera nos dejan claro la situación: “danger”. En la zona existen grupos de rebeldes Oromo que están en contra del actual gobierno. Corremos el riesgo de ser secuestrados o de que algún vehículo sea quemado. Lo más razonable y prudente es regresar por carretera hasta Robe y desde allí hasta Awasa. Mirando el mapa vemos que desde un poco más al sur de Awasa sale otra pista que nos puede conducir hasta Negela Borena. Nuestro objetivo es internarnos un poco en esa zona del país y observar y fotografiar las tribus Borena, pastores que se mueven por un extenso territorio entre Somalia y Kenia.
La altitud en la zona de Robe supera los 3.000 metros, por lo que la temperatura es gratificante teniendo en cuenta que estamos en pleno mes de agosto. Por la noche hemos dormido con tres mantas. Creo que más adelante soñaremos con pasar una noche como esta última.
Al atravesar la carretera el parque nacional de Balle, los animales aparecen por doquier. Gacelas, facocheros y babuinos conviven en un maravilloso y casi irreal tapiz verde que se extiende durante cientos de kilómetros. Cómo se puede uno ir a vivir a Addis Abeba teniendo lugares como éste? La sensación de tranquilidad y de relajación es absoluta. Una vez más, la naturaleza presenta sus mejores cartas. El cielo y la tierra se han vestido de gala a tenor del espectáculo que tenemos ante nuestros ojos. Dan ganas de parar continuamente para emborrachar nuestros sentidos.
Cuando uno observa la cantidad de pastos y de animales a nuestro alrededor, difícilmente se explica cómo a relativamente pocos kilómetros de distancia la gente se puede estar muriendo de hambre. Teniendo esta riqueza en las tierras altas, porqué hay pueblos que prefieren vivir en las polvorientas y áridas tierras del sur? Supongo que será por razones culturales, hereditarias y tribales. A pesar de haber visto la buena convivencia entre cristianos ortodoxos y musulmanes, sobre todo en Harar, la mentalidad en general está bastante encorsetada. Me sorprende ver que los cristianos no comen en los restaurantes de musulmanes y viceversa, y por supuesto ni hablar de la posibilidad de casarse si el miembro de una pareja es de diferente religión. Ni siquiera nos dan la mano muchos musulmanes a los que queremos saludar por ser infieles.
Llegamos a Awasa justo en el momento que el sol se esconde detrás del lago. La ciudad es la cuarta más grande de Etiopía. Sorprende por su limpieza y organización. Nos alojamos en el que posiblemente sea el mejor hotel en varias jornadas. La verdad es que casi no me da tiempo para descansar. Cuando llegamos, para mí supone el inicio de lo que ya es casi un ritual. Descargar las fotografías de la jornada a discos duros externos, hacer una rápida selección, preparar algunas fotos para ser enviadas al blog, escribir un pequeño texto de la jornada y cargar las baterías si eso es posible. No siempre a uno le quedan fuerza para escribir más de diez líneas.