Un té con cardamomo supone una buena manera de comenzar la jornada. Uno de los rangers aparece con una tetera y unas galletas que ayudan a la meditación y a disfrutar del entorno. Sin embargo, tenemos que abandonar el lugar lo antes posible. El tren llegará dentro de un rato a Kalonje y tenemos que subirnos en él. Mike nos lleva en su 4×4 hasta la estación.

DSC2125bn-w

Bajo la ventanilla de booking, unas cabras parecen hacer cola. La falta de viajeros esperando nos hace dudar. Habrá pasado el tren? No es posible que por una vez en la historia de este ferrocarril, haya pasado a su hora. La imagen de este lugar es como sacado de un cuento en el que los viajeros se han convertido en cabras. Toda presencia humana ha sido borrada. Las cabras han dejado su impronta por todas las salas. Estamos en su territorio. El lugar es un reflejo de lo vivido en el interior del tren.

DSC2014bn-w

Poco a poco aparecen niños, los únicos encargados de la decoración de las diferentes salas. Una versión africana de los grafiteros de nuestras calles va dejando su arte impreso en las paredes. Nosotros aprovechamos para copiar la noción del tiempo según los africanos. Lo pasar al igual que ellos. No hay prisa, y por eso tenemos que adaptarnos a un dicho que se me quedó grabado la primera vez que lo escuché en Marruecos: Los europeos somos dueños del reloj y el africano es dueño del tiempo.

DSC2031A-w

DSC2049A-w

En este momento estoy escribiendo en el suelo de la estación rodeado de niños que miran la pantalla como si entendiesen lo que estoy contando. Delante, unas niñas han dibujado unas líneas en el suelo para jugar al igual que lo hacían en las calles de mi barrio de Madrid cuando era pequeño. Y para amenizar la espera, una música típicamente africana nos llega desde las chozas próximas a la estación. Cuánto falta para que llegue el tren? No nos importa, ya no somos dueños del reloj.

DSC2105bn-w

Pocos minutos después de emular a los indios cuando escuchaban sobre las vías del ferrocarril la llegada del convoy, unos jóvenes se aproximan con unas banderolas en las manos, buena señal, nuestro tiempo de contemplación se acaba al tiempo que el tren se aproxima. Ya no queda casi luz, por lo que haremos la ruta hasta Kapiri Mposhi por la noche.

DSC2032bn-w

A Jorge sólo le faltan las cuerdas y el piolet para ascender hasta el vagón del tren. No hay andén en la parte que corresponde a nuestro vagón y los peldaños están a punto de no hacer el viaje con nosotros y relevarnos en Kalonje.

DSC2184bn-w

Abrimos el primer compartimento y sorpresa, está vacío. Sólo nos falta quitarle la bandera al ferroviario y plantarla en la puerta como signo de victoria y de apropiación. No queremos que entre nadie más, por lo que la cerramos por dentro e ignoramos las veces que nos llaman para que abramos. En un momento que no se escucha ruido por el pasillo salgo sigilosamente para ver el ambiente del tren. Está completamente lleno, por lo que vuelvo rápidamente para cerrar la puerta con más celo todavía. Ahora a descansar, no sabemos cuántas horas quedan hasta Kapiri Mposhi, por lo que hay que aprovechar cada minuto y cada barrita energética, porque otra cosa no nos podremos llevar a la boca.

DSC2149bn-w

DSC2179A-w

Etiquetas: