Ramas secas y verdes son los materiales empleados para construir las viviendas de los Turkana. Pueden estar construidas en asentamientos estables o temporales, generalmente sobre un terreno salpicado por acacias y matorrales espinosos.
Pocas personas permanecen durante el día en el interior de los campamentos. Los más jóvenes de la familia y los animales han reanudado la interminable búsqueda de de un poco de hierba y de agua que permita la supervivencia, por lo que en ocasiones no regresarán hasta que hayan conseguido su objetivo. Mientras tanto, las mujeres, los niños y los ancianos esperan en el campamento protegidos del sol y del calor. Generalmente duermen en el exterior y al amanecer se introducen en el interior para resguardarse.
Por la mañana, los niños ayudan a los mayores a recoger las telas y las pieles que han empleado durante la noche para protegerse del frescor nocturno.
Los más mayores descansan en el interior de las chozas rodeados de sus recipientes y utensilios. Sobre el suelo se distribuyen las pieles secas que también sirven para cubrir el armazón e impedir la entrada del sol.
Después de decidir el emplazamiento de las chozas, las mujeres hacen un surco en el suelo que sirve como base para ir levantando la estructura de la vivienda. Después se van colocando las ramas que irán formando el futuro hogar.
Las viviendas más estables necesitan un mantenimiento anual con la incorporación de ramaje más verde que aún no ha sido atacado por insectos ni por la sequedad del ambiente. Esa labor está también desempeñada por las mujeres.
Las familias con más recursos incorporan mejoras en la terminación de la vivienda como la puerta y la mosquitera interior.
Las cabañas son abandonadas cuando el hogar se desplaza, lo que puede ocurrir varias veces al año según la proximidad del agua y los pastizales o cuando una persona se muere. Por eso las viviendas dan la sensación de ser endebles.
Las densidades de población son bajas y los asentamientos escasos y dispersos. Tras la introducción de programas de ayuda contra las terribles hambrunas, las zonas de asentamiento experimentaron un rápido crecimiento. A pesar de eso, la inseguridad, combinada con dos severas sequías a principios de los años ochenta, hacen que la zona siga siendo remota, insegura y relativamente subdesarrollada.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Me encantan tus cronicas.
Muchas gracias