Ouarzazate recibe cada año una diversidad de personajes y músicos con ganas de representar y mostrar una tradición que se ha perpetuado a lo largo del tiempo.
Frente a la imponente kasbah de Taourirt se van reuniendo hombres y mujeres bereberes vestidos de blancas chilabas, turbantes, espadas, cuchillos, joyas, telas y cinturones de vivos colores. Una puesta en escena que tiene como argumento la narración mediante danzas y música del legado oral de la cultura Tachelait.
Los tambores empiezan a sonar y las mujeres acompañan la música con unos sonidos guturales que van increscendo hasta que consiguen levantar la euforia del público presente.
Ahwach es emoción, danza y canto, una manera de transmitir la memoria colectiva de las tribus bereberes Chleuh y Amazigh. Una manera de llegar a las raíces de este fantástico pueblo del Atlas.
En los cantos se habla de amor, de angustias, de calamidades, de temores, de alegrías y de deseos. Una manera de enlazar lo mítico con lo sagrado. Mientras, el cuerpo de los bailarines se contornea hasta conseguir llevarnos a un estado de hipnosis.
El legado del Ahwach se transmite de padres a hijos en una herencia que no es solamente verbal. El movimiento y los gestos adquieren un protagonismo que tienen su origen en el fondo de su historia. Una búsqueda de la libertad y la originalidad de su cultura. Una manera de representar lo humano, lo existencial y lo mítico.
Después de varios días de música y danza, la kasba de Taourirt volverá a despedir a la representación de los diferentes pueblos y kasbas de la región de Ouarzazate. Pueblos dispuestos a perpetuar una tradición ancestral. Taourirt se despojará de su traje de colores para vestirse del ocre del que fue creado.