No ha cesado de llover durante toda la noche. Las lluvias están llegando con casi dos meses de retraso, lo que dificulta el avance por las pistas y beneficia a los que queremos aprovechar los impresionantes cielos que aparecen durante la estación de las lluvias.

D3 B

D3 D

La ciudad de Mizan se ha quedado sin luz y con ello la imposibilidad de poder mandar las fotos por internet. Para la población en una situación habitual a la que ya están acostumbrados al igual que el quedarse sin combustible en la única gasolinera que hay en la ciudad. Tendremos que recorrer varios kilómetros de pistas para encontrar el gasoil que nos permita continuar nuestra ruta hacia el sur.

D3 C D3 E

Avanzamos a pie por el pueblo mientras los coches repostan combustible, buena ocasión para observar la vida diaria de su gente. Proliferan los chiringuitos de venta de una especie de cerveza local, un líquido blanquecino  cargado de alcohol obtenido de la fermentación de maíz.  Son pequeños locales sumidos en la oscuridad en los que los bebedores parecen encontrar refugio a sus penas. La penumbra y los pequeños rayos de luz que se cuelan por las aberturas de puertas y ventanas,  dibujan retratos de personajes ajenos a las cámaras y que sin embargo parecen pedir nuestra atención, una simple sonrisa que les reconforte de la desafección que les rodea.

D3 F

Los barrizales se suceden mientras avanzamos hacia el sur. La frondosidad de los bosques en algunas zonas me recuerda las selvas de Guinea. Y siempre la misma pregunta cuando veo esa imagen. ¿Qué se esconderá bajo esa tupida maraña de lianas y arboles que parecen ir en busca del cielo?

Carlos no deja de sorprenderse ante el espectáculo de la naturaleza que nos rodea. Varias veces recuerda la pregunta de sus amigos antes de salir de viaje, Qué vas a hacer en un país tan desértico?

El pueblo de Dimma es la frontera con las remotas tierras “salvajes” del sur. A partir de aquí uno de los saltos culturales más grandes del país.

A pocos kilómetros nos detienen  en un control de la policía. Imposible seguir sin escolta. La región se ha vuelto muy insegura debido a las continuas razias de grupos de Surma armados de Kalashnikov. Son pocos los que se aventuran por las pistas desde hace algunas semanas. Corremos el riesgo de ser atacados en cualquier momento. Al final tenemos que apretarnos para poder seguir la marcha con un policía y un militar armados. Sólo había vivido esta situación en la expedición al desierto del Danakil. En aquella ocasión tampoco nos dejaron entrar sin escolta militar.

Ya es de noche cuando llegamos a la aldea en la que montaremos el campamento. Todo está mojado y embarrado. De la oscuridad aparecen cuerpos desnudos que parecen sacados de otro planeta. Eso, unido a los continuos relámpagos, sonidos del bosque y olores, hacen que el momento sea casi mágico.

Montamos las tiendas mientras nuestro cocinero prepara la cena. Es increíble lo que este hombre es capaz de hacer en medio de la nada. Con él comemos mejor que en los hoteles por los que hemos pasado. Importante para estar en buena forma y soportar las incomodidades que nos esperan.

Etiquetas: