DILEMA FOTOGRÁFICO

Hace años, en la transición del rollo de película hacia la fotografía digital, tenía muy claro que no abandonaría la diapositiva para entrar en el mundo de las tarjetas de memoria.

Y, sin embargo, terminé sucumbiendo al imparable avance de la tecnología. Mis cámaras analógicas siguen estando presentes, pero en el interior de un expositor en mi domicilio.

A principios del 2023, volví a tener otra duda que a día de hoy comienzo a resolver. ¿Terminaré fotografiando con un teléfono móvil? Entonces, ya no me atreví a afirmar con rotundidad que no, visto lo ocurrido con el paso hacia lo digital y la evolución que están teniendo los terminales de teléfono.

En el mes de mayo me dirigí hacia uno de los mercados del sur de Marruecos. Cuando llegué, me di cuenta que me había dejado las cámaras de fotos en casa. Tenía dos soluciones, o no hacer fotos, o disparar con el teléfono móvil que siempre llevo conmigo.

Fue entonces cuando observé que la gente ya no me miraba como si tuviese un Kalashnikov encima. Que podía fotografiar con mucho más libertad que con la cámara. Y la razón es muy clara: casi todo el mundo lleva un teléfono móvil en sus manos. Ahora sólo basta actuar con discreción, pericia y cuidado, para ocultar los fines reales de nuestro móvil.

A partir de ese momento comencé a entrar en post y análisis de las cámaras de los mejores terminales fotográficos del momento. Tenía claro que me tenía que hacer con uno para explorar la búsqueda de imágenes desde otro prisma. Al final, me decidí por el Xiaomi 14 ultra con su kit fotográfico. Lo estrené en la presentación de la CUP 180 en Sevilla. La foto que se encuentra más arriba es una de las cinco primeras instantáneas conseguidas con el teléfono.

A partir de ese momento, siempre llevo una «cámara» conmigo, cosa que no sucedía con los cuerpos convencionales. ¿Cuántas imágenes he perdido por no tener con qué capturarlas?

Han pasado ya unas semanas desde que comencé a disparar con el nuevo Xiaomi. He querido fotografiar en muchos de los ambientes y entornos por los que me muevo, con el fin de chequear  las posibilidades de capturar imágenes con la calidad que ando buscando. De ese modo me podrá servir de apoyo en mis trabajos fotográficos.

Voy a mostrar algunas de estas imágenes, todas ellas tomadas con el teléfono móvil. Mercados, montañas del Alto Atlas, desierto, interiores de los antiguos pueblos de barro, personajes, retratos y Hara Oasis, son los escenarios de este primer contacto con la fotografía de mi móvil. 

Tengo una atracción especial hacia los mercados. Allí se concentra la esencia de la cultura local. Es el mejor momento para dejar que los sentidos se emborrachen de colores, sonidos, olores… Toldos, verduras, ganado y personajes multicolores que no dejan de agacharse para conseguir alimentos frescos a menor precio. Un pequeño universo en el que las composiciones estéticas son infinitas. 

Una vez a la semana, cientos de personajes se van reuniendo en el interior del recinto del «souk», el mercado tradicional. El exterior se convierte en un improvisado aparcamiento de burros y carretillas.

Con tanta aglomeración, pocos son los que se percatan de lo que estoy haciendo con mi teléfono. Un terminal provisto de cuatro lentes Leica de 50 MP (12, 23, 75 y 120 mm respectivamente). El sensor de 1 pulgada de Sony en su cámara principal, permite capturar los detalles de las luces y las sombras de un modo increíble.

Además, la posibilidad de montar un anillo adaptador para utilizar diferentes tipos de filtros de 67mm, aumenta las posibilidades creativas.

Los chiringuitos del interior de los mercados son un buen lugar, no sólo para tomar un té o un pinchito, sino también para observar con tranquilidad la secuencia de personajes que van desfilando entre el humo de las brasas y los rayos de sol que consiguen filtrarse a través del cañizo del techo.

Las configuraciones del teléfono son enormes. Pruebo a disparar con 50 y con 12 MP, con y sin RAW, con diferentes relaciones de aspecto, en color y en blanco negro… 

El primer lugar en el que pude ver las posibilidades del sensor con baja luminosidad fue durante el pasado festival de Ahwach celebrado en la kasbah de Taourirt en Ouarzazate. Me sorprendió la nitidez y la falta de ruido, incluso disparando en automático y no en manual.

Pero, ¿qué mejor escenario para comprobar las posibilidades de capturar las luces y las sombras, que en el interior de las calles subterráneas de los antiguos pueblos del desierto?

Esta escena fue tomada en menos de un segundo y sin mirar el encuadre en pantalla. El teléfono estaba en movimiento, ya que la captura se realizó moviendo el brazo sin que la persona se percatase de estar siendo fotografiada. El resultado es increíble. Dudo mucho que con mi cámara normal hubiese podido conseguir la toma  sin estar fuera de foco y con una lectura tan buena de las luces y las sombras. En situaciones como la de la imagen, el HDR hace milagros.

Captura realizada en modo manual cerrando el diafragma. Su cámara principal cuenta con una apertura focal variable (de f/1,63 a f/4,0), permitiendo así el poder controlar la profundidad de campo o, como en este caso, dar protagonismo al personaje al oscurecer aún más las sombras.

Conseguir entrar en una de las casas tradicionales de alguno de los pueblos de barro del sur del Valle del Draa, permite descubrir un modo de vida tradicional de difícil acceso para los foráneos del lugar. 

La fotografía en blanco y negro hace sentir de un modo más inquietante las escenas representadas en las imágenes.

Difícil situación a contraluz muy bien gestionada por la cámara. Instantánea tomada durante la puesta de sol frente a las dunas de Casa Juan en Nesrate.

Esta es la duna sobre la que se estaba sirviendo el té en la foto anterior. Es la única de todas las imágenes de este artículo que está tomada con zoom digital, ya que a partir de los 120mm la ampliación se vuelve digital. El resto de las fotos corresponden a cada uno de los 4 objetivos ópticos con las que fueron disparadas. El zoom digital ofrece muy buenos resultados siempre que no se le fuerce mucho.

Las tomas en blanco y negro de las dunas del desierto acrecientan el dramatismo y la belleza de los mares de arena del Sáhara. El teléfono permite disparar, entre otros, en dos modos de blanco y negro y otro en sepia.

Los colores reflejan con gran fidelidad lo que ve el ojo humano. Casi ninguna imagen ha necesitado ser retocada, lo que se agradece a la hora de editar un reportaje. 

Del desierto nos dirigimos hacia las montañas del Alto Atlas pasando por las bellas estribaciones de roca volcánica del Saghro.

Puede que las zonas montañosas sean las menos propicias para usar el teléfono móvil como cámara principal. En el desierto, las tormentas de arena son muy frecuentes, lo que hace peligrar la cámara convencional, mientras que el móvil no tiene problemas. Las últimas generaciones de teléfono de alta gama vienen con certificación de sellado IP68, lo que los protege del agua y del polvo. Por ahora, los móviles no pueden competir con los grandes teleobjetivos  de las cámaras de fotos.

Carreteras en lugares imposibles que dan acceso a pueblos que hasta la fecha han permanecido anclados en el tiempo. Comunidades bereberes que han conseguido mantener su identidad con el paso de los siglos. Estamos en el corazón del Alto Atlas.

Debo confesar que soy un auténtico enamorado de la cordillera del Alto Atlas.  Sus rocas desprenden una energía difícil de encontrar en otros escenarios. Los paisajes no tienen nada que envidiar con lo que he visto en el Himalaya. Los pueblos desperdigados entre barrancos, valles y precipicios, guardan algunas de las riquezas arquitectónicas más ricas del continente africano.

La arquitectura, por el momento, está soportando el envite del cemento como símbolo de modernidad. 

La riqueza de colores del entorno pone a prueba la fidelidad cromática de las diferentes ópticas. Diferentes gamas que van cambiando en función de la época del año y de la climatología.

En el fondo de los valles van apareciendo pequeñas aldeas que pateamos a la espera de ser acogidos e invitados para tomar un té con pan, miel, mantequilla y aceite. La hospitalidad bereber es un denominador común en esta remota región del centro de Marruecos.

A Hamid lo conocí hace años en una aldea del valle de Tazaoute. Cada vez que paso por su pueblo me acerco a tomar un té para ver el estado de él y de su familia.

Esta foto la tomé con mi cámara y con el móvil. El milagro del HDR muestra una imagen con una perfecta lectura de luces en cada punto de la escena. Mi cámara, y a pesar de disparar en manual, no consiguió que tanto la reja de la ventana, como el verde de la vegetación del exterior, se reflejasen de un modo tan nítido sin presentar alguna zona sobreexpuesta.

Mi amigo y fotógrafo francés Claude Poux, me acompañó durante medio mes al encuentro de los diferentes escenarios en los que poder capturar sorprendentes momentos con sus cámaras. Sólo el cuerpo de su Sony alpha 1 cuesta más de 7.200 €, y el de su Sony alpha 7 rV 3.400 €. Y, no hemos contado el precio de los objetivos. Mi Xiaomi se encuentra ahora entre 1.000 y 1500 €.

Cada noche verificábamos el material obtenido con sus cámaras y con el Xiaomi. Si tenemos en cuenta las situaciones en las que trabajábamos: mercados, zonas de polvo y arena, reticencia a las cámaras…comprobamos que la ligereza, discreción y rapidez para disparar, permitían obtener fotografías de muy buena calidad en situaciones a las que las cámaras no les daba tiempo a llegar. 

Finalmente, hay un apartado que para mí ha sido decisivo a la hora de tomar la decisión de utilizar este móvil: el retrato.

El aspecto humano es el protagonista de casi todos mis trabajos fotográficos. La captura de un rostro congelado en el tiempo, con todo lo que éste lleva consigo desde un punto de vista físico y espiritual, requiere poder exprimir cada poro, cada pelo, cada mirada.

Con esta pequeña muestra de imágenes he querido compartir mi nueva aventura fotográfica. Considero que las calidades de los nuevos terminales móviles cumplen con gran parte de los objetivos que buscamos algunos fotógrafos. Sin embargo, el teléfono requiere más ingredientes para ofrecer un buen resultado: sentimientos y un ojo dispuesto a dar la orden de: «acción, se filma».

A la hora de escribir estas líneas me encuentro en Hara Oasis, en medio del palmeral a escasa distancia de Agdz. El entorno me va a poner muy difícil olvidar que siempre llevo conmigo un «tercer ojo» dispuesto a coleccionar momentos mágicos.

Como colofón, y sin entrar en aspectos técnicos, añadir que las calidades de ampliación a la hora de imprimir son realmente buenas. Alguien decía que este terminal es una cámara fotográfica con un teléfono. Afirmación que no va desencaminada.

Y no he tocado sus posibilidades para filmar en 4K y en 8K. Pero bueno, eso lo dejaré para otro momento.  

La elección del “tercer ojo” está en tus manos. Pero no te olvides, una fotografía tomada con una cámara convencional nunca te engañará. Sin embargo, la IA incorporada en el software de un teléfono, puede mostrarte algo muy apartado de la realidad. A partir de ahora, ya no hay que creer en la veracidad de lo mostrado en una imagen, hay que creer en el fotógrafo.

Etiquetas:

Deja una respuesta