El paisaje de sabana ha sustituido a la montaña. Un escenario salpicado por grandes acacias, extensas llanuras teñidas de un verde intenso y, como fondo, el lago.


Hoy es el primer día sin lluvia. Un sol radiante que se cuela entre nubes de algodón, nos muestra África de un modo más evocador.


Cerca de Arba Minch iniciamos una pista que nos asciende desde los 1.200 metros hasta los 2.900 metros en los que se encuentra el poblado de Chencha. Hoy es martes y día de mercado. Impresionante el espectáculo en las alturas. Cientos de personas ataviadas con gorros y telas de gran colorido se han congregado en una gran explanada cubierta de caballos para vender y comprar.


Sin embargo, estamos en el  lado este del río Omo y eso se nota. Hasta aquí llega el turismo, lo que al igual que en Marruecos supone, por parte de algunos jóvenes, la caza del turista. Menos mal que es día de mercado y los que han llegado hasta aquí caminando grandes distancias cargados de gallinas, huevos, fardos de paja, maderas, verduras y un sinfín de productos, muestran y representan la parte auténtica de esta parte del país.


En Chencho se puede admirar un tipo de choza construida con bambú y hojas de bananero que alcanza una altura de entre 8 y 12 metros.


En Arba Minch nos cuesta encontrar un hotel en el que dormir. Por fin, unos bungalós construidos con bambú a semejanza de los que hemos visto en Chencho serán nuestro lugar de descanso. Al entrar y justo al límite de la luz, he podido contemplar la espectacular vista que tenemos ante nuestras chozas con el Parque Natural y los lagos Abaya y  Chemo bajo nuestros pies. No imagino lo que será mañana cuando despierte y abra la puerta. Será nuestra versión de Memorias de África.

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